Intento recordar nuestras promesas.
Debo decir que pude cumplir con algunas, y eso no es decir poco.
Seguí. Te fuiste y yo seguí.
Aun recuerdo eso también. Me mirabas, fríamente te alejabas.
Un agujero en mi interior se abrió.
Algo asi como un hoyo negro que absorvia todo lo que tocaba.
No importaba. Yo seguía. Caía, me levantaba y seguía.
Y dolía. Cada vez que te nombraban, cada vez que te recordaba, se estremecia mi agujero, se movia dañando algo mas.
Paso el tiempo y aunque no había sanado por completo habíamos aprendido a convivir, yo y mi dolor.
Volviste, una noche que creí había esperado toda mi vida.
Para que? Para recordarme que era momentáneo y que de nuevo te ibas.
Y yo accedí, sabiendo que la unica suena lidiaba con el después era yo.
De nuevo seguía y lloraba. Pero seguía.
Hoy no puedo mas. De tanto seguir, mi voluntad se gastó.
Supongo que me rindo al dolor, o nos mimetizamos tanto que ya no puedo distinguirlo.
Son estos momentos de solitario silencio en donde me doy cuenta cuanto todavia te extraño.
martes, 10 de noviembre de 2015
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