Pasaba el tiempo, y ya nada era lo mismo.
Aquellas hojas tan resplandecientes en verano,
habían sido arrebatadas por un triste y frío otoño.
El invierno era abrazador, el sol había dejado su calor atrás,
y los recuerdos se desvanecían en su mente.
El tiempo pasa, y pasa sin rencores,
de manera rápida y desmesurada, sin piedad.
Hasta que un día, encontró eso que andaba buscando.
Aquello que le hiciera detener…obtener la paz que necesitaba.
Algo tan loco como una máquina del tiempo quizás, pero no.
La respuesta es tan simple y tan sencilla,
que a veces se nos escapa a simple vista.
Un beso, un beso de amor verdadero.
La fuerza capaz de congelar todo en un instante,
de hacernos creer que no existe mas allá,
que nos hace sentir tan plenos y tan felices,
tan así que las palabras no pueden describirlo por completo,
no nos importa si no hay mañana, todo lo que importa es ese instante, hoy.
