miércoles, 16 de agosto de 2017

La llave de Alejandro.

Ella caminaba distraída por las calles del centro de una gran ciudad, los pájaros, las bocinas, la gente que continuamente hablaba, nada de eso importaba ya que lo importante no estaba allí sino en su cabeza. 
Envuelta en sus pensamientos siente la brisa del viento, en su cuello colgaba una cadenita con un dije en forma de llave. Un paso, dos, tres. Siempre hacia adelante.
Cuando de repente lo sabe, comienza a sentir como sus músculos se contraen, la respiración se le entrecorta y un cosquilleo en la parte inferior de la cabeza. 
Rápidamente quiso recordar si había tomado su medicación. Pero ya no pudo hacer mas que dejarse caer.
Cuando los ataques de epilepsia venían, no había mas que esperar a que pasaran. 
Mientras caía al suelo él la sostuvo. Como un ángel que venia a salvarla. Y en el mismo instante en que el toco su cuerpo el ataque cesó.
Mientras la contenía en sus brazos la observaba. Detenidamente examinaba cada facción de su cuerpo, y como la respiración lentamente se apaciguaba.
Cuando ella pudo recobrar el control sobre su cuerpo cruza una mirada con él, y entonces el destino le juega una mala pasada… no sabe muy bien porqué ni tampoco como… pero se enamora de su salvador o al menos cree hacerlo.
Él le cuenta que se llama Alejandro, al mismo tiempo que ella le agradece lo que había hecho pero no le dice su nombre.  
Comienzan a caminar y él a su lado mientras andaban se coloca las manos en los bolsillos. Aunque ella deseaba que la tomara de su mano no dice nada.
Se limitan a charlar de trivialidades, hasta que poco a poco ella comienza a soltarse, no puede evitar esa sensación irrefrenable de querer contarle sobre su vida. Entre cruce y cruce de miradas, se le escapaba una sonrisa.
Él le cuenta historias, historias sobre ángeles y demonios, sobre flores que en la sombra son cuchillos, aprende algo nuevo a cada paso. 
Entre charla y charla vislumbraba de reojo cosas extrañas, sombras de gente a quien no le prestaba atención.
Su mano comienza a temblar nuevamente y al observarla un rastro de sangre se extendía por ella, pero en la fracción de un pestañeo ya no estaba allí. 
Quizás una alucinación. Su cuerpo ya la estaba abandonando.
Ella no sabía cuanto tiempo llevaban caminando, tampoco le importaba, pero en el horizonte se perdía el último rayo de sol. 
Ya no se sentía vacía. -Vamos?- él le preguntó. -Si- le dijo muy segura.Y tomo la mano que el le tendía.
Y así como se esfumaba el rayo de sol, se esfumaba su vida, acompañando a su ángel de la muerte, hacia la oscuridad.

viernes, 14 de julio de 2017

De aquellos días nuestros nada mas.

Caminaba por la calle, el frío de la ciudad debilita corazones.
Y creo que el mio era el mas débil de todos.
Mientras buscaba algo que ya no recuerdo,
levanté mi cabeza y te vi. No habías cambiado, en lo absoluto.
Por el contrario yo me senti tan distinta.
Vos te habías congelado en una cápsula del tiempo junto a mis recuerdos,
junto a todos esos momentos que creí que había olvidado.
El mismo caminar, la misma mirada,
podía ver que incluso tu interior seguía igual de increbrantable.
Lo tomé como una señal, esas señales que la vida nos pone
cuando nos quedaron cosas sin resolver.
Cosas que nos quedaron sin decir, un adios que nunca quiso irse.
Ey, pero no estoy triste, o quizás si. Te recuerdo con la mayor felicidad.
Y me pregunto, que pasaría si pudiera decirte todo esto que quedo guardado.
Siendo que, no me siento ni un poco la persona que solía ser.
Aunque creo, que eso que alguna vez te confesé, sigue guardado en algun rincón.
Mandame una carta, si es que te acordás, de aquellos días,
nuestros nada más.

Nunca supe ponerle titulo a las cosas

No puedo darte lo que yo no tengo, pero puedo compartir con vos algún bardito que te haga sentir menos solx. Un porro, una almohada, escribi...