Caminaba por la calle, el frío de la ciudad debilita corazones.
Y creo que el mio era el mas débil de todos.
Mientras buscaba algo que ya no recuerdo,
levanté mi cabeza y te vi. No habías cambiado, en lo absoluto.
Por el contrario yo me senti tan distinta.
Vos te habías congelado en una cápsula del tiempo junto a mis recuerdos,
junto a todos esos momentos que creí que había olvidado.
El mismo caminar, la misma mirada,
podía ver que incluso tu interior seguía igual de increbrantable.
Lo tomé como una señal, esas señales que la vida nos pone
cuando nos quedaron cosas sin resolver.
Cosas que nos quedaron sin decir, un adios que nunca quiso irse.
Ey, pero no estoy triste, o quizás si. Te recuerdo con la mayor felicidad.
Y me pregunto, que pasaría si pudiera decirte todo esto que quedo guardado.
Siendo que, no me siento ni un poco la persona que solía ser.
Aunque creo, que eso que alguna vez te confesé, sigue guardado en algun rincón.
Mandame una carta, si es que te acordás, de aquellos días,
nuestros nada más.
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