Lo miraba dormir, que placentero me resultaba.
Su respiración lenta y profunda, creo que no soñaba.
Su mente estaba en un lugar tan alejado, que podía descansar.
Me gustaba pensar que eso solo pasaba cuando dormíamos juntos,
Que mi paz, se juntaba con la suya, y creábamos una armonía.
Me acuerdo que se despertó para abrazarme,
esos abrazos desprevenidos, que te llenan el alma.
Amaba que hiciera eso, afloraba la parte de él que me quería a su lado.
Me apretó contra su pecho, "no te vayas nunca" me dijo.
Que ingenuo me resulto en ese momento...Irme? A donde?
Por un momento me entristecí, me empece a preguntar,
si era a mi a quien le hablaba, si era yo quien pasaba por su mente,
al decir esas palabras.
Hasta que susurró mi nombre, como si me leyera la mente.
Si! Me hablaba a mi!
Las heridas en mi interior se estremecían un poco,
no querían volver a abrirse, pero como resistirse?
Como resistirse a sus ojos negros cuando me mira,
como resistirse a su sonrisa que destella cada vez que se ríe.
Es como darle heroína a alguien recién rehabilitado.
Congele ese momento, ahí abrazado a su pecho caliente,
por un ratito, por unos minutos, Cupido se había apiadado de mi.
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