jueves, 3 de julio de 2025

Ojalá me hubieses visto, pero vos no estabas.

Ese día, el día que desapareciste, volví a sentir la piedra ahí, en la boca del estómago, dónde dice mi amiga Andrea que está el plexo solar. 
Desaparecer es una palabra hipócrita, pensé. Por qué vos no habías desaparecido: simplemente habías decidido no mostrarte ante mi y mis ojos ansiosos. Y eso no tiene nada que ver con la continuidad de tu existencia, ni mucho menos con ese deseo mío, y solo mío, de encontrarme con vos.

Desaparecer es una palabra mentirosa, por qué vos estabas allá, dónde mis ojos no te veían ni te leían, y se que estabas a salvo y que te reías con esa risa que cura plexos solares.

Y mis ganas de verte seguían siendo solo mías. Y así también las ganas de tenerte para mí en ese momento. Y también las imágenes, todas las imágenes que desató el remolino de tu ausencia inesperada.

El telón de carne de mis párpados se desplomó sobre mi rostro y ahí estaba yo y ahí también estaban las cajas, los cajones, las jaulas y todos mis monstruos enjaulados, volviéndose líquidos en plan de fuga iracunda.

Ojalá me hubieses visto, pero vos no estabas: me senté junto a la jaula, los observé un rato largo y ellos también me miraron. Gruñeron un poco, me exigieron que los soltara, me susurraron cosas terribles que jamás dirías.

Entonces les hable de vos. De vos, y de todos esos milagros diminutos que suceden después de vos, y de todos esos ansiosos ardores que después de vos, ya no existen. No los suelto por que no puedo. 

Ojalá me hubieses visto, pero vos no estabas. 

domingo, 15 de junio de 2025

La calesita.

Tantas vueltas. Tanta calesita para terminar regalándole la sortija servida a otra. 

Preferiste bajar antes de intentar dar una vuelta más. Se te pudrió el amor en el laberinto de tu cabeza. Era más fácil jugartela que matarte con excusas baratas para evitar sentir. Pero la cosa es así.

No inventes más nada. Y hacete cargo de lo que decidís. Por qué este amor no se te murió de una muerte súbita. No mi ciela. Se te reventó en la cabeza. 

Se estrelló contra vos mismo. Murió agotado en tu pecho, temblando de frío.

No sé murió solito. Lo mataste vos cuando en vez de.ponerte a amar, te dormiste pensando como hacerlo. 

Hay cosas que no se piensan. Termina con tanta vuelta. Que en cualquier historia, amar se ama amando. 

miércoles, 4 de junio de 2025

Decile que no la amas.

Decile que no la amas. Que no soñás con morirte al lado de ella.  Que en la foto de tu sueño no es que no la veas, ni siquiera la imaginas. 

Avivala. Explícale que tu ausencia es por desamor y no por miedo. Que tú corazón no bombea su nombre. Hacele entender que su intuición se equivoca. Que lo que no le decís es por qué no lo sentís, no por qué no te sale o no te animas.

Rompele el cuento de hadas. Reite en su cara. Que se entere que vos no sos su Peter Pan. Que no viniste a rescatarla de este mundo. 

Avisale. Que vos cerraste este cuento hace rato. Pedile que siga sin vos. Asegurale que no tenés nada para darle. Que no querés ni siquiera regalarle el tiempo que te sobra. Matala con las palabras. Con el desprecio y la indiferencia. Terminale esa agonía de una vez.

Necesita que le escupas la verdad en los ojos y entender, a la fuerza, que no te importa una mierda. Pedile que no te llame más. Pedíselo por qué no entiende. Decíselo de una vez. Gritáselo si vez que ella insiste. 

Terminala con este tango de cuarta y decile que no sea boluda. Que ni se te ocurriría regalarle un domingo de tu vida. A ver si entendés. Necesita morirse de dolor. Merece renacer. Ayúdame, que a mí no me escucha. Ayudala, por qué sola no puede. 

Se va a morir solo por un rato. Yo la conozco. Se va a meter en la cama, se va a hundir ahí adentro hasta ahogarse con sus lágrimas y después va a salir reciclada. Cómo hizo siempre.

martes, 3 de junio de 2025

No te duermas nunca

Tengo la certeza de que a veces me querés un montón y a veces no me querés un carajo. La certeza, dije. No me cabe ni la menor duda. 

Vas y venís. Entras y salis. Rompes y te vas. ¿Que puedo decirte al respecto si lo que vale es la intención? Y nadie puede tener la intención de querer un día y no querer al otro. Me tengo que aguantar. Cerrar el pico y esperar que me toque la sortija en esta calesita de mierda, dónde el día que la agarro se me acumulan un millón de mariposas en el estómago.

Ese día me olvido del que me toca mañana y es tanto lo que me querés, que apuesto la vida a que está vez tengo todas las vueltas de regalo. Me olvido. Te juro. Hasta mañana a la mañana, que por arte de magia, todo lo que me diste hoy se va a hacer humo mientras dormís. Nada pasó en el medio. Nada. Te dormiste y te levantaste sin quererme como ayer. 

Ya conozco tus procesos. Basta que te duermas para que se te apague la vela de una manera inexplicable. Pero con el tiempo aprendí a no buscar explicaciones ni a quejarme de nada. Ninguna de las dos opciones modifica está bipolaridad de la que soy cómplice y esclava.

Nadie tiene la culpa de que no puedas quererme todos los dias. Nadie. A veces quisiera que no te durmieras nunca. Se que suena ridículo. Pero si no te durmieras juraría que las cosas serían distintas y entonces, tal vez, podrías quererme todos los días.

miércoles, 28 de mayo de 2025

Volar bajo vuela cualquiera.

Ahí tenias lo que querías. Sobre la mesa. Servido y en bandeja. Quizás mejor de lo que alguna vez soñaste.

Lo querías, lo fuiste a buscar. Y lo tuviste de frente por un buen rato. Y ese rato fue suficiente para destruir lo que vos mismo saliste a comprar.  Tan hermoso era que no lo aguantaste. No sabías ni cómo se agarraba.

No pudiste cuidarlo por tu propia torpeza. Por tu incapacidad de vivir algo distinto. La vida te dió cartas diferentes. Impecables, guardaditas en una caja de madera.  Te llenaste de mil excusas y te retiraste antes de siquiera jugar. 

No te animaste a más. No te animaste a cantar vale cuatro. No te animaste a ser feliz. No pudiste abrazar algo distinto. No supiste cómo hacerlo y te resultó más cómodo estrellarlo contra la pared.  

Lástima y dolor. De a ratos me da hasta pena. Impotencia. Saqué todos mis ases de abajo de la manga. Me quedé sin cartas. 

Pero es verdad lo que dicen por ahí. Para volar, no solo hacen falta un buen par de alas. También hace falta tener un cielo. Y para tenerlo hay que tener los huevos suficientes para mirar bien arriba.

Volar bajo vuela cualquiera. 

Ojalá me hubieses visto, pero vos no estabas.

Ese día, el día que desapareciste, volví a sentir la piedra ahí, en la boca del estómago, dónde dice mi amiga Andrea que está el plexo solar...