Ya casi eran las ocho de la noche.
Ella sabía que la hora se aproximaba.
Cada minuto pasaba mas lento,
y no entendia porque él se demoraba.
Brincaba de nervios sobre la cama.
Aunque el doctor no se lo recomendaba,
había estado un poco enferma esos días.
Llaves. Pasos. Una puerta que se cierra.
Él entraba por aquella puerta de madera.
Un oso gigante, blanco y negro en sus brazos traía.
Los ojos de ella, brillaron de emoción.
El oso era mas grande que todo su cuerpo.
Él, apoyo el oso sobre la cama.
Ella le dice "no te vayas".
Pero él era un hombre muy ocupado, debía trabajar.
Marchandose por donde entró,
le dijo a su pequeña "Hasta mañana"
Y allí está, ella, abrazada a su oso...
Sentada en el mismo lugar.
Esperando que un día, él, vuelva a buscarla.
martes, 30 de agosto de 2011
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