jueves, 10 de julio de 2014

Un recuerdo.

Ella jugaba con su muñeca en el jardín, el timbre del recreo anunciaba que era la hora del te con galletitas. Al sonar las 12 del mediodía él venía a buscarla para emprender el viaje de regreso a casa.
Al día siguiente, por la mañana, él la despertaba con un beso y ella con los rulos todos despeinados le dedicaba una sonrisa de buenos días.
La llevaba de la mano hasta la puerta grande de color verde, y la vigilaba hasta que contenta se disponía a jugar con sus compañeros.
Y así transcurrían sus días, unidos, por un lazo muy fuerte.
Y hoy, ella ya no sabe, si es el recuerdo, o el recuerdo de un recuerdo lo que va quedando en la memoria. Ya que de ese lazo, lo que solo queda es eso, memoria.

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