Era
un amor bien rústico, bien bruto. Él sabía... yo no quería flores, ni
velas ni cuanta otra boludez que nos hiciera parecer discos rayados de
películas de domingo. Yo quería que me abrazara, que me apretara, que me
besara, que me mordiera. Yo quería el río y las canciones. Yo quería un
amor sin aniversarios, ni anillos, ni planes, ni expectativas. Quería
un amor macanudo sin cadenas, ni obligaciones, ni reproches.
Yo
quería algo fuerte, algo que marque, algo que se diferenciara de todos
los otros "algo". No quería corazones, ni frases mal usadas, ni fotos de
felicidades mal contadas. No quería una maldita demostración extra, no
la necesitaba. Yo quería el amor, los mates y la frazada en el parque.
Yo quería las locuras y el sexo a donde se nos cantara. No quería
regalos, sólo guardaba pedacitos de momentos ya sea un papel, un caracol
o la etiqueta de un buen vino. Lo que sea que me trasladara nuevamente
ahí cuando me hiciera falta.
Con él yo era yo y eso es más enorme
que cualquier prototipo de relación. Era yo entera, confiada y
tranquila... como si estuviese desnuda a toda hora. No disfrazaba mis
monstruos, ni me la daba de humilde por mis fuertes. Yo era yo y por
esto es que te digo que nunca voy a olvidarlo, porque cuando uno
encuentra en el mundo ese lugarcito en donde se siente pleno, en donde
se siente vivo... ni muriendo lo olvida. Y ojo que a mí recordarlo no me
hace daño... el consejo más miserable que me han dado ha sido ese de
"soltá" cuando "soltar" tan buenos recuerdos es solo para cobardes. Yo
no suelto un carajo y no sólo no puedo sino que no quiero. De
la boca para afuera olvidar siempre es lo más conveniente, pero yo no
hago lo que me conviene... yo hago lo que me dicta el instinto, el
instinto de amar en las buenas, en las malas y en las peores.
Quizá
no vuelva a verlo, pero el recuerdo es mío y me lo guardo y lo atesoro.
Porque con él me descubrí. No es fácil la duda, no es fácil la intriga,
no es fácil asumir ante el mundo que pase lo que pase aquel amor no
morirá jamás. No es fácil cargar con cosa tan grande, cosa tan buena y
cosa tan lejos. Pero es hermoso saber que tenés ahí guardado algo que
nadie podría nunca quitarte... su recuerdo.
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