jueves, 3 de julio de 2025

Ojalá me hubieses visto, pero vos no estabas.

Ese día, el día que desapareciste, volví a sentir la piedra ahí, en la boca del estómago, dónde dice mi amiga Andrea que está el plexo solar. 
Desaparecer es una palabra hipócrita, pensé. Por qué vos no habías desaparecido: simplemente habías decidido no mostrarte ante mi y mis ojos ansiosos. Y eso no tiene nada que ver con la continuidad de tu existencia, ni mucho menos con ese deseo mío, y solo mío, de encontrarme con vos.

Desaparecer es una palabra mentirosa, por qué vos estabas allá, dónde mis ojos no te veían ni te leían, y se que estabas a salvo y que te reías con esa risa que cura plexos solares.

Y mis ganas de verte seguían siendo solo mías. Y así también las ganas de tenerte para mí en ese momento. Y también las imágenes, todas las imágenes que desató el remolino de tu ausencia inesperada.

El telón de carne de mis párpados se desplomó sobre mi rostro y ahí estaba yo y ahí también estaban las cajas, los cajones, las jaulas y todos mis monstruos enjaulados, volviéndose líquidos en plan de fuga iracunda.

Ojalá me hubieses visto, pero vos no estabas: me senté junto a la jaula, los observé un rato largo y ellos también me miraron. Gruñeron un poco, me exigieron que los soltara, me susurraron cosas terribles que jamás dirías.

Entonces les hable de vos. De vos, y de todos esos milagros diminutos que suceden después de vos, y de todos esos ansiosos ardores que después de vos, ya no existen. No los suelto por que no puedo. 

Ojalá me hubieses visto, pero vos no estabas. 

No hay comentarios:

Ojalá me hubieses visto, pero vos no estabas.

Ese día, el día que desapareciste, volví a sentir la piedra ahí, en la boca del estómago, dónde dice mi amiga Andrea que está el plexo solar...